Hace unos tres meses, publiqué un post acerca de cómo era posible la difusión de las tendencias de moda en los siglos XVII y XVIII. Pero obviamente, en tiempos anteriores también se las ingeniaron de formas peculiares para estar a la última.
Durante la época romana, la conquista de nuevas colonias, así como los productos que hallaban, iban dejando huella en el pueblo romano, sobre todo en el sector femenino.
Por ejemplo, tras la conquista de la Gallia, se puso de moda teñirse de color rojizo. Las influencias de Germania, se denotaron en el cambio de gusto por los tonos rubios, convirtiéndose en el último grito en la época de los emperadores “estar más rubia que una nórdica”, se hizo la máxima premisa.
Espejos, agujas para el cabello y peines |
El color rubio causaba sensación entre ambos sexos y para conseguirlo se aplicaban polvo de oro, Cal, mousse de henna y agua marina, extractos de manzanilla y yema de huevo o largas jornadas a pleno sol -además de rubias debían acabar renegrías- El gusto por los tintes, lo heredaron de los griegos y si estas técnicas no daban los frutos esperados, siempre quedaba la opción de usar pelucas rubias, realizadas por los capillamentum con pelo de esclavas nórdicas.
Los peinados evolucionaban según épocas y clases sociales; durante La republicana, el estilo fue sobrio y sencillo. Los recogidos eran de estilo griego, el cabello se ataba con un nudo detrás de la cabeza (peinado nodus), fijado por unas sencillas agujas y una fina redecilla de pelo humano fina, después seria de oro y plata.
En tiempos de Augusto o època de los emperadores, los peinados fueron complicándose; varios pisos formando un peinado alto, disponían los cabellos en semicírculo con tirabuzones alrededor, (tirabuzones que hacían con rizador, las tenacillas de la època). Para realizar estos peinados necesitaban las manos de esclavas expertas, por lo general procedentes de oriente. Las más habilidosas pasaban de casa en casa como préstamo de sus amas a sus mejores amigas. Corriendo el riesgo de ser maltratadas (les clavaban las agujas de peinar o las arañaban), si tras horas de elaboración, el resultado no cuadraba con los gustos de las señoras. (Y todo esto sin cobrar un duro, cualquiera se metía a peluquera en la època).
También existían productos de la caída del cabello (una mezcla de grasa de oso y las frutas de rosa salvaje) o técnicas depilatorias con tirillas de alquitrán o cremas de resina.
Con la entrada de Roma en el Imperio creciente, los nuevos productos para teñirse el pelo, maquillarse o perfumes procedentes del mismo Egipto, fueron la revolución y Cleopatra se tomó como símbolo de belleza.
Monéda y busto de Cleopatra |
La esposa y hermanas del emperador, equivalían a las Kates Moss de la época, siempre in boga, marcando unas tendías que las ciudadanas recibían gracias a las reproducciones de la cabeza de la emperatriz en monedas y bustos policromados de sus retratos, que se enviaban a lo largo y ancho de los dominios de Roma. Yo siempre he pensado que cuando los retratos llegaran a todos los lugares la emperatriz ya habría dejado de usar ese peinado y por lo tanto, no estaba de moda y vuelta a empezar.
Sin duda, para estar en órbita había que tener muuuucha paciencia.
Bueno, bueno, bueno, hay que ver lo que estoy aprendiendo contigo!!. Me encanta el post, por original, curioso y enriquecedor.
ResponderEliminarSitoooooooooos.
:-) Gracias!
ResponderEliminarVoy haciendo lo que puedo.
XXX
Qué escribirán sobre nosotros dentro de 2.000 años? xD
ResponderEliminarMuy interesante. Un saludo!
Fran Domínguez | Photographer
Con la curiosidad que me despierta el pasado, yo también me he preguntado muchas veces,
ResponderEliminar¿Qué ocurrirá cuándo yo sea pasado?
Gracias por pasar por aquí.
XXX
Genial,me encantaría verte con un peinado de varios pisos asi en plan Augusta...
ResponderEliminarMmmmmm, no sé si tendría paciencia en esperar varias horas para un peinado, (acabaría clavàndole las agujas a la pobre esclava!).
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