Un enemigo llamado MALETA

Después de  que París ardiera en llamas por las atroces críticas recibidas durante la semana de la moda, (especialmente Dior), yo por fin, me dispongo a hacer mis maletas veraniegas.

Verano tras verano, las editoriales de moda nos acechan con artículos a toda página sobre cómo hacer tu mejor maleta sin morir en el intento; modelito para ir de safari, modelito para la Costa Azul, modelito para isla privada del pacifico… 

Yo suelo tomar buena nota de todo, pero será que estos lugares nunca están entre mis destinos veraniegos que por más que leo y releo estas instrucciones de uso, no saco nada en claro, bueno sí, que el safari acaba montado en mi dormitorio y que las maletas de Hermès de las revistas se conviertan en el bolso de Mary Poppins, ¡sin fondo!

La situación queda en una montaña de ropa que oculta la cama, zapatos por todos sitios y la búsqueda de maletas más y más grandes... (En la última que compré quepo yo perfectamente).

Toda esta acción de preparar el equipaje, se puede convertir en un sudoku como tenga que viajar con equipaje de cabina, entonces: ¡Apaga y vámonos! Pueden pasar dos cosas: que acabe comprándome la ropa en el sitio destino o pagando los 45€ reglamentarios de sobrepeso, ¡que robo!

Trapos por allí, trapos por allá y… ¡Abracadabra! Por fin, todo dentro de una maleta a presión como una olla express, con la cremallera apuntito de estallar – más de una vez me ha saltado- y esto, después de poner a mi sobrino encima  para que encajen los dientes de la cremallera.

Una vez que salgo de casa, cargar con este baúl de Conchita Piquer no resulta tarea fácil, menos mal que casi siempre salgo de viaje con Míster Tie, que se presta galantemente a cargar con mi equipaje en caso de pérdida de ruedas, cuando no disfruto de su caballerosidad, arrastro el equipaje como si llevara ruedas insertadas, lo que da lugar a una nueva compra de "maletíl" y así, como cromos, voy coleccionando maletas allá por cada destino turístico que piso.

Recordar esto cada verano puede ser cuanto menos… inquietante, pero no sé porque será, que ni por estas, se me quitan las ganas del viajecito estival.

Felices vacaciones