Como bien sabéis los
que pasáis por aquí de vez en cuando, (que es solo cuando me da por escribir),
a mí, lo que me gusta más allá de asistir a desfiles o a la antigua Cibeles
hora tras hora (porque a mí a otras pasarelas no me invitan), lo que me gusta
de verdad, es unir el arte y la moda de la forma que sea; encontrar moda en el
arte o en la historia, arte en la moda o asistir y emitir mis opiniones personales
sobre exposiciones que estén en el “candelabro”.
Si observamos esta obra
La virgen con el niño o Madona, de
Jean Fouquet (1450). Puede que no suene de nada, a pesar de ser una de las
obras más icónicas de la época. Pero si sabemos que la modelo que posó para
representar a esta virgen fue Agnès
Sorel, la historia de este lienzo de carácter religioso cambia bastante,
aunque ese nombre siga sin sonarnos de nada.
Agnès Sorel (1422-50),
fue la amante favorita del rey Carlos VII de Francia, con quien tuvo tres hijas
y considerada la primera amante real reconocida oficialmente.
Hija del soldado Jean
Soreau y de Catherine de Maignelais, Sorel tenía 20 años cuando fue presentada
por primera vez al rey Carlos VII. Más tarde, comenzó a servir a María de
Anjou, la esposa del monarca y en un suspiro se convertiría en amante de éste…
si ya lo dice Sienna Miller; ojito con las mujeres que entran a trabajar en tu casaaa.
Una vez coronada como
amante oficial, ejercía gran influencia sobre las decisiones del monarca, además
de compartir gustos exquisitamente extravagantes y ello, le valió numerosos
enemigos en la corte, entre ellos el
delfín, Louis, por la que mostraba un feroz odio, siendo objetivo de todas las
miradas a la extraña muerte de Agnès.
Sorel, sirvió de modelo de numerosas obras de arte contemporáneas. Y tal como pasaba en la antigua Roma en la que las emperatrices marcaban las tendencias de moda y belleza, Sorel ganó el pulso a la propia reina y era ella a quién seguían en cuanto a estilo estético las damas de la corte.
La amante más poderosa
del momento impuso enormes escotes delanteros, tocados puntiagudos con velos,
la depilación total de cejas y depilación también para el nacimiento del
cabello (como podemos apreciar en la Madona de Fouquet). Por todo ello, se ganó
el apelativo de Dame de beauté (La dama
de la belleza).
Alguna prenda de ropa
impuesta por ella, conservó su nombre: el
corsé Agnes Sorel. El estilo Agnes,
se usó para describir dicho estilo, la forma de vestir "de princesa".
Por supuesto debemos
añadir que Agnès era una mujer culta, refinada y elegante y lo más importante; era
muy consciente de ello.
Cuando estaba
embarazada de su cuarto hijo, salió de Chinon para reunirse con Carlos en la
campaña de Jumièges. Allí, enfermó y repentinamente falleció, a los 28 años.
Aunque al principio se creyó que la causa de la muerte fue disentería, los
científicos comprobaron que murió envenenada por mercurio, tenía enemigos de sobra
en la corte, aunque también el mercurio se usaba en ocasiones para preparaciones
cosméticas, por lo que ese pudo haber sido el medio para el asesinato o simplemente
se pasó con la cosmética de la época, nunca lo sabremos con seguridad.
Fue enterrada en la
Iglesia de St.Ours, en Loches. Su cuerpo se divide en dos magníficas tumbas:
una para el corazón y el otro para su cuerpo.
Como amante del rey,
fue sustituida en poco tiempo por su prima, Antonieta de Maignelais, tras su
muerte.
Considerada por muchos
de sus contemporáneos la mujer más bella
del mundo, Agnès Sorel a día de hoy, sigue fascinando.
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