Las Santas que Inspiran la Moda


Hacía ya más que tiempo que no recibíamos ninguna iniciativa interesante vinculada a la moda en la capital hispalense. Y como no, al enterarme de la unión arte-moda he aprovechado un fin de semana de trabajo en mi ciudad natal, para buscar un hueco y conocer de primera mano esta muestra que tanto me prometía, ya solo el nombre cautivaba:

'Santas de Zurbarán: Devoción y Persuasión'

A pocos se les escapará quién es Zurbarán, y seguro, al menos en alguna ocasión, habrá tenido la oportunidad y el placer de contemplar alguna de sus obras pictóricas in situ.
 
 

A lo largo de su trayectoria, Francisco de Zurbarán, natural de Fuente de Cantos, (1598-1664), pintó multitud de Santos, pero las series de sus “Santas Vírgenes”, marcaron un antes y un después, particularmente, por la elaborada y original indumentaria con la que eran representadas. Lejos de cubrir sus anatomías con harapos o vestidos de tiempos romanos, las Santas, aparecen presentadas como señoras adineradas o aristócratas de la época, alejándose de forma sublime de representaciones anteriores donde estas mártires plasman dolor y sufrimiento.
 
Zurbarán, dejaría patente una vez más su talento artístico, ya que los diseños de los vestidos y tejidos brocados, así como encajes minuciosamente representados, no eran copiados de modelos existentes, si no que este genial pintor los inventaba a su antojo, proyectándolos en su cabeza y finalmente, ejecutándolos de forma magistral con el pincel; combinación de colores, superposiciones de texturas, formas y volúmenes que inspirarán siglos más tarde a  iconos de la alta costura como Balenciaga.
 
Precisamente, desde Guetaria a Sevilla para esta muestra expositiva ha viajado una de las creaciones de Balenciaga que refleja la influencia del pintor, se trata de un modelo de los años 60 en tela de gazar, tejido original ideado por la fábrica suiza Abraham en exclusiva para la casa Balenciaga. El detalle más destacado de dicha influencia, es la cola del vestido, que nace desde el escote de la espalda cayendo al suelo, pero todo en una única pieza. Este modelo cola que popularizó Balenciaga con suma maestría, tiene una clara inspiración en el vestuario de estas Santas Vírgenes, concretamente podemos verlo en la representación de Santa Casilda, representada con un vestido con capa anexa.
 
Volviendo a la muestra, aclaré que cuenta en un primer espacio, con 17 lienzos enfrentados del maestro extremeño donde el talento con el que retrató a estas mártires, convive en un segundo espacio con trajes que 12 diseñadores españoles que han realizado inspirándose en estos lienzos.
 
 
Los escogidos han sido; Agatha Ruiz de la Prada, que “viste” a Santa Águeda; Modesto Lomba, a Santa Úrsula; Hannibal Laguna, a Santa Apolonia; Ana Locking, a Santa Catalina; Victorio y Lucchino, a Santa Isabel de Turingia; Ángel Schlesser, a Santa Catalina; Juan Duyos, a Santa Eufemia; Francis Montesinos, a Santa Margarita; Roberto Torreta, a Santa Marina; Elio Berhanyer, a Santa Casilda y a Santa Isabel de Portugal; y Pedro Moreno, que se ha inspirado en dos ángeles turiferarios. Para seros MUY sincera, las creaciones me han resultado flojas, me sobran nombres como el Agatha Ruíz y me falta creadores locales, que han bebido desde su nacimiento el barroco de la escuela sevillana y crecido en iglesias y museo que albergan estas Santas, porque otra cosa no amigos, pero nosotros somos muy barrocos, grandes de ejecución y de impecables terminados.
 
 
 
   Además, los alumnos de la cátedra de diseño y moda de Elio Berhanyer, también reinterpretan algunas de estas mujeres divinizadas. Mi favorita, Santa Inés del alumno Rafael Girón, (me resulta un santa de Gautier).
 
 
No en vano, hay que tener en cuenta y resaltar que Zurbarán, demostró en esta serie que fue de forma silenciosa uno de los grandes precursores de la moda española, fuente de grandes genios que materializarían sus ideas de forma magistral.
 
Hannibal Laguna, para Santa Apolonia
 

El "Paris Haute Couture" de Worth



Aunque con algún altibajo meteorológico, ya tenemos el verano a la vuelta de la esquina, y con ello, los planes de ocio y relax… de relax o turisteo, que esto ya cada uno lo gestione a su gusto y antojo, pero para aquellos que tengan pensado pasarse por la ciudad de la luz, pasear por las orillas del Sena, tiene plan de moda asegurado, ya que hasta el 6 de julio tenemos nuevo evento expositivo; 

Paris Haute Couture



La gran mayoría de las prendas que se expondrán pertenecen al museo Galliera, el resto salen de las casas de moda parisinas como Dior y Chanel. Entre los vestidos con cristales de Swarosvki (casa patrocinadora de la muestra), se aprecia la evolución de la técnica en el enriquecimiento de los tejidos, a la vez que el patronaje se complicaba por días. Los inéditos de la exposición; una capa rosa de 1938, decorada en la espalda con un gran sol bordado de Elsa Schiaparelli, diseños de Balenciaga, Dior o Chanel. Además, que otra gran figura de la moda, Charles Frederick Worth, del que hemos tenido pocas oportunidades de ver sus obras en vivo y en directo.


Este vestido de Té de Worth estará en la muestra


De Worth, no hemos oído tantas historias turbulentas del enrevesado mundo de la moda, pero sin duda es una de la figuras con más peso en este mundillo, la que construyó los cimientos de la historia de la moda del siglo XIX.


Charles Frederick Worth (1826-1895), diseñador británico fue pionero a la hora de firmar sus diseños, al igual que los artistas de otras disciplinas como la pintura o la literatura firmaban sus obras. Creaba una nueva colección cada año, con la que aumentaba sus ventas y por lo tanto sus beneficios. Acciones que no se habían hecho hasta el momento y perduran hasta nuestros días.



Este modisto inglés llegó a París tras siete años de formación en Londres. Se establece en la capital francesa trabajando para los almacenes Gagelin´s, donde conocería a su mujer, Marie Vernet, una modelo de dicha casa. Para ella, diseñará un par de vestidos que provocaron el entusiasmo entre los clientes. Ese mismo año la empresa decide abrir un pequeño departamento donde Worth se encargaría de diseñar en exclusiva. Viendo la aceptación de sus modelos, el director de la empresa incluye uno de sus diseños  en el stand de la Feria Internacional del Palacio de Cristal en Londres. El traje ganaría una medalla y poco tiempo después, Worth dejaría los grandes almacenes para formar una sociedad con un comerciante sueco, abriendo tienda propia en la famosa Rue de la Paix.


Las líneas de Worth eran sencillas, la falda caía plana por la parte delantera y recogió el exceso de tela por detrás. 

La palabra modisto se creó especialmente para calificar a Worth, (igual que la de modistA es reclamada por Caprile), consiguió unir la técnica inglesa del corte con la elegancia de los franceses.

El modisto inglés debió gran parte de su fama a dos emperatrices de la época: Isabel de Austria y Eugenia, la esposa de Napoleón III. Ambas se hicieron retratar para la posteridad luciendo diseños en seda y tul bordados en oro de Worth. 



El ascenso de Worth como diseñador coincidió con el establecimiento del Segundo Imperio en Francia. La restauración de una casa real en 1852, con Napoleón III, que puso en marcha una gran visión de Francia, revitalizando la economía. La demanda de productos de lujo, incluidos los textiles y el vestido de moda, llegó a niveles que no se habían visto desde antes de la Revolución Francesa.  El patrocinio de la emperatriz Eugenia aseguró el éxito de Worth como modista popular desde la década de 1860.

Eugenia de Montijo

Sobre la indumentaria de la femme ornée o la "mujer adornada" de la belle époque hay que decir que se caracterizaba por su afán de comprimir y cubrir de postizos el cuerpo femenino. La idea era crear un reloj de arena con las curvas de la dama: frágil cintura y exuberante parte superior e inferior. El vestuario femenino, incluso en la versión ligeramente suavizada de Worth, recordaba a una camisa de fuerza. Las mangas estaban ahuecadas en el hombro, se recogían en el codo y se estrechaban hasta la mano. Las faldas llegaban hasta el suelo y se ensanchaban en las caderas, cayendo en forma de campana. Para el día se usaban telas de lino, terciopelo y lana. Los colores eran pasteles claros o apagados como el rosa, azul o malva. Para la noche se recurría a la seda, las puntillas, la muselina, el tul, el crespón de China o el satén entre otros.



Por la década de 1870, el nombre de Worth aparecía con frecuencia en revistas de moda, la difusión de su fama llegó más allá de los círculos cortesanos. Muchas clientas viajaron hasta París para comprar armarios enteros de la Casa de Worth. 


Con su talento para el diseño y la promoción, Worth convirtió su casa de modas en un gran negocio durante el último cuarto del siglo XIX. Sus hijos, Gaston-Lucien y Jean-Philippe, se hicieron cargo de los negocios de su padre después de su muerte en 1895, lograron mantener sus altos estándares. Los diseños de Jean-Philippe, siguieron la estética de su padre, con el uso de telas espectaculares y adornos lujosos. La casa floreció durante la década de 1920. La gran dinastía de la moda llegó a su fin en 1952, cuando el bisnieto de Charles Frederick Worth, Jean-Charles, se retiró de la empresa familiar.