Charles James, el modistA del volumen




 Hará así como unas tres semanas visitó Edición Limitada el “modista” Lorenzo Caprile, que si amigos, lo he llamado “modistA” ni diseñador, ni modisto, ni sastre, que luego se enfada, saca la vena de académico de la RAE (esa vena que poseen algunos que piensan que corregir en público es de “educados”) y te bronquea en antena sin más. Si si, porque hacer, hará unos trajes de novia/fiesta monos, pero lo que es de relaciones públicas anda regular el hombre. Pues bien, en la mini entrevista que nos dejo hacer, comentó que uno de sus diseñadores favoritos fue el gran Charles James, y claro algunos interesados ávidos de información me han preguntado por esta referencia de la moda, así que aquí y a grandes rasgos os suelto lo que sé de su vida.

Charles James, 1906-1978, fue conocido como el primer “modista” estadounidense. Se le considera un maestro del corte y es conocido por su estructurada estética.
















 En 1919 asistió a Harrow School, donde conoció al fotógrafo Cecil Beaton, cuya amistad duraría décadas, (del prestigioso colegio fue expulsado por una aventura sexual). A los diecinueve años se trasladó a Chicago, donde empezó a estudiar arquitectura primero y periodismo después, antes de abrir una tienda de sombreros tomando prestado el nombre de Charles Boucherdon, compañero de Harrow. Un par de años más tarde, se trasladó a Nueva York, donde, además de crear sombreros, empezó también a confeccionar vestidos, presentando su primera colección en Londres en 1929.



Pero no sería hasta 1947 cuando James presentó una de sus colecciones más exitosas en París. Trabajó sus vestidos como obras de arte. Año tras año, elaboró diseños originales, realizados en lujosas telas con los estándares más exigentes de sastrería y detalles innovadores como cremalleras en espiral. También realizó capas y abrigos, a menudo adornados con pieles y bordados o chaquetas blancas de raso acolchado, (y ríete tu de la bataedredrón que vende MMM para H&M).





James creó un estilo espectacular y pictórico inspirado en un historicismo; Antigüedad clásica, siglo XVIII y el Segundo Imperio francés. Su máximo deseo fue la búsqueda de una belleza totalmente idealizada, convirtiendo a las mujeres en hieráticas estatuas, (esas que vemos en las editoriales de moda pero nunca en la calle). Su meta era vestir a la mujer perfecta, exquisita y sofisticada, si, convertirla en un mero espectáculo estético. 








Además de ser el primer couturier made in USA, también dio entrada al erotismo en la moda de una manera consciente -mucho antes que Halston-, convirtiendo al espectador en un voyeur, básicamente lo que ha evolucionado al denominado PornoChic, era el Tom Ford de nuestros días.

La ampulosidad de sus faldas no era cualquier cosa -a veces hasta 6 capas de enaguas- convertían sus creaciones en monumentales esculturas de tejido que se sostenían solas, haciendo gala de una admirable perfección técnica. 





En 1954, a pesar de su inclinación homosexual y misoginia, se casó con Nancy Lee Gregory, con la que tuvo dos hijos. Y tras el nacimiento de su primogénito diseñó su primera colección infantil.

Charles James se retiró en 1958, arruinado, después de numerosos procesos financieros e incluso bancarrotas. En los sesenta, se instaló en el Hotel Chelsea de Nueva York, donde intentó, sin éxito, dedicarse a la creación de joyas. Sería el mismo hotel en el que encontraría su muerte años más tarde.



Una Historia de Compras y Seducción




Que Londres es una de las ciudades más codiciadas entre fashionistas para ir de compras con un vuelo baratito, no es ninguna novedad (no). De hecho ya hablamos de ello en un post dedicado a la moda masculina londinense.


Si preguntas a alguien con una leve idea de comprar en la ciudad del Beefeater te recomendará sin duda como centro multimarca los almacenes Selfridges. Pero detrás de este lujoso centro comercial donde es posible encontrar prácticamente de todo, existe una historia de pasión y derroche; la historia de Harry Gordon Selfridge.

Harry (1864-1947), fue magnate de la venta. Nacido en Estados Unidos, quedó pronto sin padre, que tras la Guerra Civil, no volvió a casa y no porque muriera, simplemente optó por cambiar de vida, (como dicen en mi pueblo: "se fue a por tabaco"). Así que su madre mantenía a la familia gracias a un humilde sueldo de profesora.




Tras fracasar en sus exámenes de ingreso a la Academia Naval se convirtió en vendedor de libros, más tarde pasó a una fábrica de muebles y una aseguradora, hasta llegar a Leiter & Company uno de los almacenes más exitosos de Chicago. De vendedor pasó a asistente del director general de ventas. Después, se hizo responsable de publicidad, creando distintos eslóganes como: "el cliente siempre tiene la razón" y "dar a la mujer lo que quiere". En 1879, se unió como socio a la firma y durante los siguientes 25 años se abrió camino en una carrera comercial sin freno.



Se casó con Rosalie Buckingham (de los ricos Buckingham de toda la vida) y amasó una fortuna personal considerable. En 1906, la pareja decidió ir de vacaciones a Inglaterra. Harry, rápidamente se percató que las grandes superficies de Londres no habían aplicado las últimas tendencias en ventas utilizadas en EEUU y decidió invertir £ 400.000 en la construcción de su propia tienda en Oxford Street.


La nueva tienda, Selfridges, se abrió al público el 15 de marzo de 1909. La compra por diversión había llegado a la ciudad, y Selfridges se convirtió en el modelo a seguir por grandes almacenes. En ese momento, las mujeres comenzaron a disfrutar de la emancipación, podían pasear sin escolta por la ciudad, por lo que el astuto vendedor promovió las compras por placer y no por necesidad, y para ello se valió de publicidad pagada. 




Con seis hectáreas de superficie, ascensores de lujo, amplia terraza, biblioteca, salones de belleza, perfumadores, 21 escaparates, exposiciones de arte, conciertos orquestales en el restaurante Palm Court, salas especiales de recepción en francés, americano alemán, y clientes "coloniales" y una sala de primeros auxilios. Todas las comodidades destinadas a retener a los clientes el mayor tiempo posible. Y tanto despilfarro, hizo que pronto se convirtiera en la tercera mayor atracción de la ciudad, después del Palacio de Buckingham y la Torre de Londres. Selfridges era un lugar al que acudían las mujeres para pasar el día.


Harry Selfridge, era un genio absoluto en trucos publicitarios, el “showman” de las compras, lo mostró llevándose a sus almacenes el primer avión que cruzó el Canal para una exhibición pública, con lo que obtuvo titulares en prensa como: “Francia-Inglaterra-Selfridges”.


 Sin embargo, sus debilidades principales: las apuestas y bailarinas, aumentaron tras la muerte de su esposa, manteniendo una vida social más que activa con numerosas amantes, las más célebres fueron las hermanas Dolly, a quienes Harry prodigó su fortuna; las bañó en joyas, les alquilaba enormes casas que llenaba de plata, porcelana, cristal y alfombras de piel de chinchilla. A la casa de las hermanas de Dolly llegaban diariamente cestas enormes de flores y comida gourmet. Pero inevitablemente, toda esta historia de lujuria y lujo terminó en lágrimas.


Durante los años de la Gran Depresión, la fortuna del magnate disminuyó considerablemente. Los miles de libras en productos de lujo que tomó de la tienda nunca fueron pagados y treinta años después de su gloriosa apertura, Harry fue derrocado de su negocio en la sala de juntas. En 1947, murió en circunstancias difíciles.



Si su adicción a la buena vida, casas grandes y extravagantes provocaron su caída con un triste final, al menos el transcurso de ésta no fue tan malo, ¿verdad?

Mis Tacones en el Palace




No hay nada como levantarse un domingo para producirse a primerita hora de la mañana y si no tengo que ir a Edición Limitada de GestionaRadio para arrojar mis opiniones como cada domingo, buscarme un plan alternativo. Y pese a toda controversia, (ya que en el centro de Madrid anda cortado por manifestaciones día si y día también), correrme en tacones 300 metros con desnivel y en consecuencia haber gastado un bote de laca para nada, llegué con los tobillos como los de un elefante al Palace e irrumpí como si aquello fuera mío. Solo me hacia competencia una señora de 80 años con turbante turquesa y gafas a lo Onassis que no podía dudar que ella si que era la ama de todo aquello, (me pido ser como ella de mayor).





Y, ¿Qué hacía yo en el Palace? Pues, tal y como relataba en mi penúltimo post existen uniones difíciles de asimilar, y no, no me refiero a la mía con el Palace, ni al matrimonio de Parada con Chelo García, no, me refiero al intento incesable de unir con la moda todo aquello que se encuentre en un momento crítico para hacer un rescate a lo Merkel, aunque ambos poco tengan que ver. Este tipo de uniones, son una estrategia viejuna con el único objetivo de arrastrar al espectador hacia algún negocio poco floreciente o sin interés general.







  


Si el objetivo es promocionar el restaurante de uno de los hoteles más prestigiosos de la capital, si si, vuelvo a hablar del Westin Palace, nada como montar un pequeño desfile con brunch. Un mini evento de moda para que los paladares más y menos exquisitos recuerden los vestidos que las clientas lucieron en el salón de baile de este importante hotel en años floridos. Como era de esperar aquí hubo más ruido que nueces y a mi los modelitos no me parecieron para tanto, es más, faltaba alguno que otro de lo anunciado en cartel. Los diseños que se exhibieron componían una colección denominada “The Sublime Collection”.


A todo esto mientras veías venir modelito por aquí, modelito por allá, te podías poner fina fina, en el almuerzo buffet ó “brunch” de alta cocina en miniatura; ensaladas, carnes frías, mariscos,  carnes, pescados, postres y copas, muchas copas, hasta ansiarte que fue lo que hice. Disfrutar de este selecto catering estaba en tu mano por el módico precio de 76,40€ por barba, menos mal que a mi esto me lo saca mi maromo gratis, y ya le devuelvo yo el favor en privado, porque esta claro que si no eres una carita conocida como Mansilla, Mararoff o Jesús María Montes-Fernández, (presentes en el acto), la broma te sale bien carita y yo vivo en un bucle de crisis.




Las piezas desfiladas fueron cedidas por el coleccionista Joao Magallanes, propietario de Museo Automovilístico de Málaga poseedor de más de 400 tocados antiguos, que curiosamente encontraba en los automóviles que adquiría. Esto le animó a comenzar una colección de trajes antiguos que ya cuenta con más de 90 piezas. Modelos que el museo automovilístico de Málaga usa para mostrar junto a coches vintage; lo que hablamos siempre, mucha lógica en todo con tal de sacar unas perras.









Para completar el “look” las modelos lucieron piezas de  Carrera y Carrera y al final del desfile, (algunas) de las allí presentes recibimos un cheque regalo por valor de 500€ para emplear en la firma joyera, que aquí no se andan con tonterías, aunque me podrían haber dado los eurillos en metálicos porque no creo que encuentre nada por ese precio en la tienda.



La conclusión en un museo, hotel o restaurante sigue siendo la misma; El negocio de la moda llama más que nunca al público en general y continuaran intentando “engañarnos” con tal de atraernos.



Dime dónde vas y te diré que hay allí



                                                         
  

Que no te den Alta Costura por Prêt-à-porter (2ª Parte)


A grandes rasgos ya dije que pensaba del filón que vive hoy día todo lo relacionado con el mundo de la moda en forma de exposición. Como la cosa esta que hecha humo de ofertas de dichas características, aquí una servidora que le gusta dejarse impresionar y engañar a partes iguales, se echa el bolso al hombro y recorre todo lo que llega a sus oídos.

Como dije en el post anterior podemos encontrar de todo y lo más importante, para todos los gustos, y no digo yo que mi criterio sea el del poder de la razón, simplemente es mío, personal e intransferible, y para ello tengo este espacio.
 

En este momento de subidón “modil” cualquier rincón parece ser digno de mostrarnos unos trajes, como fue el caso hace un par de semanas de Pedro Rodríguez en la Feria de moda Vintage de Chamartín. La intención no era mala, pero creo que Pedro Rodríguez merecía, merece algo más que un rincón en unas galerías de una feria (sea, de lo que sea). Va siendo hora que las creaciones de esta firma se expongan al público de la forma que merecen, como uno de los nombres importantes de la moda española.

  
Intentando captar algo digno de retinas, me encontré con ¿Cazadores de Tendencias? Pues eso, un intento de cazar moda española con 67 estilos/diseñadores que abarcan 40 años de moda, el criterio de selección muy discutible por cierto. Una justificación más para exponer 67 fotografías (enviadas por diseñadores), así como material audiovisual de un programa de moda de la cadena de estatal. La verdad, es que pasó por mis sentidos con más pena que gloria. Lo único positivo es que no me costó un duro, digo un euro, que si no… monto en cólera. Lo siento, no la recomiendo.


Saltando a un museo estatal, podemos dar con La historia del traje de baño en el museo del traje; un recorrido interesante, con piezas singulares, aportan datos  de cultura general que nunca vienen mal y pueden interesar más allá de “fashion bussines”. El montaje minimalista, pero muy acorde con el discurso expósito, (puedes oír las olas del mar mientras examinas los trajes de baño). Muy recomendable y GRATIS (fundamental).


  
Menos cultural pero más lujosa, es la muestra del Thyssen para Cartier, y digo más lujosa no solo por las joyas reunidas, si no por que la nietisima de la Kelly se acercó hasta Madrid para dar el pistoletazo de salida a la muestra, por cierto, cuentan las malas lenguas que Charlotte (como le gusta llamarla a su madre), sudaba como si no hubiera un mañana y claro, las marcas quedaron impresas bajo las axilas en su precioso vestido gris perla, que por muy mona que sea la niña también suda como toda mortal. Siguiendo con lo nuestro; 400 piezas se han reunido para este espacio mostrando todos los estilos trabajados por esta mítica firma de joyería. Podemos ver joyas que pertenecieron a la realeza o "celebrities" como Grace Kelly, Elisabeth Taylor, Coco Chanel o Wallis Simpson. El montaje sin destacar en exceso, para eso ya estaban las joyas. La ganancia para Tita: 8€ por cabeza.


En un intento de insertar más que nunca la moda en un museo que poco tenía que ver con esto, tenemos La Moda es Sueño, 25 años de talento español, en el museo Cerralbo. Aquí encontramos una amplia selección de diseños aunque para mi gusto sobran más que faltan, ya que el ambiente en el museo Cerralbo está muy saturado de objetos y los maniquíes se pierden entre tanto mobiliario ecléctico. Por otro lado eché de menos un hilo conductor que aunara las piezas, a pesar de que todos los diseños sean españoles sigue faltando algo. Se exponen algunos genios españoles olvidados y eso me gusta, así que si tienes oportunidad, pásate. (Tiene varias franjas horarias gratuitas). 

 
Pero sin duda, si hay una exposición de exposiciones en este momento, la más comunicada, deseada y aclamada esa es… “De la Calle a las estrellas” de Jean Paul Gaultier, 124 piezas atemporales de auténtica alta costura a la vista de todos. Se trata de una instalación contemporánea que hace un extenso recorrido por los 35 años de Gaultier en la moda. Se ha hecho de forma impecable una “gaultierización” del espacio en el que se exponen diseños con los medios más avanzados; maniquís parlantes, paredes acolchadas, siluetas en movimiento, material audiovisual, bocetos… nada ha sido expuesto de forma aleatoria, imprimiéndose el peculiar estilo del diseñador en cada rincón. El recorrido abarca todo lo realizado hasta hoy; vestuario para cine como Almodóvar, corsés de Madonna, colecciones inspiradas en tribus urbanas o la polémica “Chic Rabino”. Totalmente recomendable, aunque acceder no es tarea fácil compensa (largas colas y paciencia). Gratuita.





Con estas exposiciones acabará el año, solo espero que el año que viene nos traiga las exposiciones de moda justas de número pero sobradas en calidad.





Que no te den Alta Costura por Prêt-à-porter (Parte 1ª)


Que el mundo del “fashion business” está más de moda que nunca, no es ninguna novedad, lo sé, no descubro América (de hecho nunca lo hago). De modo, que en la vertiente más cultureta las salas de exposiciones, fundaciones y museos conscientes de este fenómeno aprovechan el tirón aunando ambos conceptos; moda y exposición. Arrastrar al público al museo parece más fácil que nunca y esta unión simbiótica (con permiso de la simbiosis de Gran Hermano 1), parece ser que funciona de sobra, las expos de los huevos de oro, las llaman.


A pesar de estar involucrada en el mundillo del arte/exposiciones y de la moda desde hace tiempo, jamás he visto semejante proliferación de muestras de moda y sobre todo, el interés que se genera en torno a ellas sea el que sea el material expuesto. Ya quisieran la afluencia de público de estas exposiciones otras disciplinas para sus arcas o contadores de visitantes, porque al fin y al cabo, todo se reduce a números.


Da igual si llueve, ventea o nieva, me echo el niño al hombro, el novio a la espalda, madrugo el día del señor, espero la cola desde primera hora de la mañana y una vez que traspaso el umbral de acceso, ya puedo respirar tranquila y decir que YO estuve allí. Y si no es suficiente con tu alegría interior, siempre puedes echar mano de tu BB o Iphone y tuiteas la expo mientras caminas entre maniquíes en penumbra a expensas de un buen golpe.

En el caso que de los métodos de conservación no sean lo más estrictos, siempre puedes hacer tus propias fotos, ese acto de propiedad y posesión que muchos no entienden; cuantas veces hemos oído: “si esas imágenes, las encuentras en google con mejor calidad”, ya, pero captas tu vivencia personal en ese sitio. Además que usar tu propio material para luego publicar siempre será mejor.


Admirar obras de alta costura y otras de no tan alta, dependerá siempre de nuestras inquietudes personales o del posible “engaño” al que nos veamos sometidos. Aunque no lo creamos aquí, TODO VALE, últimamente he cambiado de perspectiva y puedo decir a pulmón lleno que en el amor, el arte y la moda, si que vale todo, me guste o no.

Cualquier objeto relacionado con la moda es “digno” de ser expuesto, aunque no presente ningún interés, ni general ni particular; podemos exponer unas simples fotos con algún pretexto, aunque carezcan de contenido, exclusividad o singularidad. Eso sí, al ser material relacionado con la moda darán el juego suficiente para montar una exposición que con la debida y eficiente comunicación podrá convertirse en la verbena soñada.


Con verbena o sin ella, he realizado mi particular tour por las exposiciones más “sonadas” de la capital. Señores, juzguen ustedes mismos en el próximo post. Hasta entonces, ojo y vista, con lo que se expone por ahí y 
que no os den alta costura por Prêt-à-porter.